El Alcance de los Juegos de la Infancia.

Alejandro esta recién entrando a la edad adulta, y de pronto ha sentido nostalgia por su infancia, dentro de este proceso de recuerdos y reflexión, se pregunta que rol tiene la infancia en la vida adulta, le cuenta algunos detalles de su vida a Aurelius y le pide una reflexión sobre la trascendencia de aquel tiempo, de aquellos juegos en su vida Adulta. Esto es lo que Aurelius le responde.

Había una vez, en un pequeño pueblo al occidente de San Salvador, un niño llamado Alejandro. Su infancia era una época mágica, llena de juegos y aventuras. Aunque tenía que atender sus estudios y otras obligaciones menores, su mayor desafío era el juego. Alejandro siempre estaba listo para jugar y daba lo mejor de sí mismo en cada ocasión.

En su pueblo, los juegos tradicionales eran el alma de la diversión. Desde el juego de la pelota hasta el emocionante ladrón librado, cada juego era una oportunidad para probar su destreza y habilidades. Pero los juegos de temporada eran los favoritos de Alejandro. El trompo, el yoyo y el juego de las canicas eran los tesoros de su infancia.

En su pueblo, las canicas eran llamadas "chibolas". Eran pequeñas cuentas de vidrio traslúcido que ponían a prueba el pulso, la puntería y la capacidad de lanzar con precisión. Alejandro se volvió hábil en el juego y podía atinarle a otra canica a varios metros de distancia. Esto le dio mucha popularidad entre los niños del lugar.

A pesar de ser un chico introvertido, Alejandro encontró en los juegos una forma de relacionarse con los demás. Aprendió a negociar, competir y valorar tanto las victorias como las derrotas. Los juegos le enseñaron a defender sus derechos y territorios, a correr cuando era necesario y a asimilar los golpes y caídas con valentía.

Alejandro vestía siempre pantalón corto, como era la costumbre de la época. Los pantalones largos llegarían con la adolescencia, cuando la atención se desviaría un poco de los juegos y se centraría más en la apariencia. Pero los pantalones cortos eran una estrategia inteligente, ya que la rodilla era un punto de apoyo en muchos juegos, y los pantalones largos no resistían el ajetreo de los niños en plena acción.

Su infancia transcurrió entre ríos y bosques, disfrutando de noches contando historias a la luz tenue de los faroles de la calle. Las calles empedradas se convertían en canchas de pelota, donde Alejandro y sus amigos competían con entusiasmo. Los juegos de trompo y capirucho eran un desafío constante, poniendo a prueba su habilidad y destreza.

Pero más allá de los juegos, Alejandro llevaba en su corazón sueños y esperanzas. A pesar de tener poco en los bolsillos, su ilusión era infinita. Siempre creía que el mañana sería mejor y se preparaba para ello. Cada experiencia, cada juego, lo llenaba de valía personal y la certeza de que podía superarse.

La infancia de Alejandro fue un tiempo de descubrimientos, de risas y caídas, pero, sobre todo, un tiempo de crecimiento y aprendizaje. Los juegos le enseñaron importantes lecciones sobre la vida y le dieron las herramientas necesarias para enfrentar cualquier desafío.

Y así, con el corazón lleno de recuerdos felices y una mirada llena de gratitud, Alejandro siempre recordaría su infancia como un tesoro preciado, donde la imaginación y la amistad florecían, y la certeza de que cada día traería nuevas oportunidades y aventuras lo impulsaba a seguir adelante en su camino hacia un futuro brillante.

Con la seguridad de que sabrás capitalizar todas esas vivencias.

Aurelius.

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La historia de Alejandro nos enseña que, a pesar de los desafíos y obstáculos que la vida adulta puede presentar, siempre hay una chispa de esperanza que nos impulsa a seguir adelante. Con los pies descalzos, con la cara sucia de las batallas libradas, pero con el corazón lleno de sueños y el alma ilusionada, Alejandro se enfrenta a cada día con determinación y valentía.

A lo largo de su viaje, ha aprendido a aprovechar las lecciones de su infancia, a tomar decisiones sabias como las que aprendió al escalar los árboles difíciles, al enfrentar los desafíos cuando debía cruzar los ríos en sus excursiones por el campo, y a perseguir sus sueños como el cielo estrellado, que siempre le acompañaba por las noches. Su camino no
siempre ha sido fácil, pero cada paso lo ha acercado un poco más a la victoria.

Cada amanecer trae consigo el germen, la semilla de un nuevo día de victoria. En cada nuevo día, Alejandro renueva su esperanza y determinación. Sabe que, aunque la vida adulta pueda ser difícil, siempre hay una oportunidad de crecimiento y éxito esperando en el horizonte.

Con los pies descalzos, con la cara sucia, pero con el corazón lleno de sueños, Alejandro avanza con confianza hacia un futuro esperanzador. Ha aprendido a valorar lo que realmente importa en la vida y a encontrar fuerza en su interior. Cada día es una oportunidad para seguir creciendo, para enfrentar los desafíos con valentía y para alcanzar las estrellas que iluminan su camino.

En el corazón de Alejandro late el anhelo de la victoria, de lograr sus metas y sueños más profundos. Su historia nos recuerda que, a pesar de las dificultades y los momentos difíciles, siempre hay una fuerza interior que nos impulsa a seguir adelante. Con cada amanecer, el germen de la victoria se hace presente, alimentando su espíritu y guiándolo hacia un futuro
lleno de triunfos.

Así, Alejandro camina con paso firme y esperanza en el corazón, sabiendo que cada día es una nueva oportunidad para alcanzar la victoria que tanto anhela.

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